Hacia una mujer y un hombre adultos, libres y complementarios.
Mucho han dado que hablar las diferencias de género.
La liberación femenina, que ya lleva varias décadas, parece haber instaurado un escenario de igualdad incomoda. Las mujeres, venimos a sacarle lugares a los hombres, en el trabajo, y además nos damos el lujo de no hacer, o hacer parcialmente lo que hacíamos antes en la casa: cocinar, lavar, ocuparnos de los hijos. Las tareas parecen hoy compartidas, o hasta a veces están invertidas. Nos hemos liberado tanto que hoy, a veces, son ellos los que se quejan, las víctimas.
Este nuevo escenario ha generado algunos conflictos, desequilibrios, y también incertidumbre, en especial, en los más jóvenes, a la hora de formar pareja. Se ha modificado tanto el modelo tradicional, de mama en casa y papa en el trabajo. Hoy no hay un estereotipo, y el nuevo modelo está en plena construcción.
Entiendo que este, puede ser una de los factores, por los cuales los jóvenes hoy no se casan tanto. Es que el modelo tradicional, aun con sus disfuncionalidades y rigideces, daba “certeza”.
Veamos un poco de que se tratan estos cambios.
Es cierto que ha cambiado el rol de la mujer en la Sociedad.
Desde el acceso al voto femenino, hasta estos días, hoy las mujeres tomamos roles protagónicos de nuestras propias vidas, vamos a trabajar, tenemos roles activos en la política, periodismo, en la sociedad.
Esto ha forzado al hombre a obligadamente tomar roles en la casa que antes no tenía.
Si, las mujeres actuales, estamos tomando las riendas de nuestras vidas, sabemos lo que es un trabajo, un jefe enojado, levantarse cada mañana y enfrentar el día, tomarse un colectivo, caminar varias cuadras con tacos – en las veredas rotas de la ciudad – y encima tener que estar divina, contenta.
Pero eso no es todo. Todos saben que en los hechos, además, seguimos ejerciendo, – porque queremos y porque ellos, sin bien colaboran no lo asumen 100%– el rol de amas de casa, y por supuesto, de madres.
Que GRAN tarea.
“Pobre” se dice del hombre, el viene “cansado y estresado de trabajar”. Y nosotras las mujeres, ahora no solo trabajamos adentro, sino afuera de la casa.
En nuestra cabeza están dando vueltas, en un mismo día como hacer para ir al trabajo, si mi hijo amaneció con fiebre y la señora que trabaja en mi casa faltó, y a la vez, como llegar a la fiesta de la nena que actúa en el acto del colegio a las 5 pm.
Transitar todos esos momentos, no es fácil. Y de estos, hay varios días en el mes, por años.
Mientras que a los hombres les encanta ver los rallys de autos, nosotros vivimos de rally, casi todos los días. Que me hablan de carreras de autos, si mi vida es una carrera. Desde la mañana hasta que me acuesto, a las 12.00 de la noche, con suerte.
Además, encima, tengo que estar divina para mi marido, tengo que ser deseable, sino corro el peligro de la competencia permanente de las veinteañeras. Es MUCHO.
Y entonces, cómo hacemos para sobrevivir? Yoga, mucha y meditación. Y, claro, muchas amigas que estén en lo mismo que vos y que te escuchen. Ah y un deporte o actividad que te guste.
Sino podes llegar a caer en ansiolíticos y en formas poco saludables de enfrentar los problemas, ya que los pasas por arriba.
Y ojo con quejarte, porque Pilar Sordo dice que, las mujeres tenemos que aprender a quejarnos menos, para ser un modelo bueno para nuestra hijas mujeres que, sino crecen pensando que nosotras no sabemos disfrutar. Como hago entonces para sobrellevar todo y estar feliz?
Pienso que, con inteligencia (de la emocional) y con amor. Dos virtudes que las mujeres sabemos aplicar en la medida correcta; o tenemos que aprender a hacerlo.
A los problemas hay que transitarlos y superarlos. En este proceso, considero que está el éxito, el crecimiento.
El quid de la cuestión es encontrar el eje: Ser nosotras mismas, escucharnos, escuchar nuestro Ser nuestros deseos, y en especial, escuchar a los otros.
También es importante, ser consecuentes y abrazar nuestras elecciones. En definitiva, ser amorosas con nosotras mismas.
Acaso muchas de nosotras, no quisimos estudiar, trabajar fuera de casa, tener nuestros propios ingresos, para ser independientes, y acceder a lo que deseamos, una casa un auto, tus sueños?
Y acaso también no es el deseo de muchas de nosotras encontrar el amor de nuestras vidas y ser madres. Poder gestar en nuestro vientre una criatura, verla nacer, crecer y educarla con amor?
Puede que también, en algunas de nuestras elecciones, nos hayamos equivocado. Pero que sano es perdonarnos, aprender de nuestros errores y ser compasivas con nosotras mismas.
En definitiva, entiendo que, eso significa ser adultas libres y responsables.
Y vuelvo a los hombres. Puede que las madres de antes, solo por tradición y costumbre, no les enseñaron a asumir, además de su rol en el trabajo, las responsabilidades de la casa y de compartir las tareas de ser padres. Quizás abarcaban demasiado (o simplemente cumplían el mandato de estar en la casa y cumplir su rol de esposa y madres abnegadas).
Nosotras tenemos que ser conscientes de que sí podemos ayudarlos a compartir parte de nuestras responsabilidades en la casa y con nuestros hijos. Es que acaso nosotras no somos expertas en las cuestiones del hogar? Si podemos hacerlo, podemos transmitirlo.
Con esta actitud, también los ayudaríamos a ellos, a ser seres libres y consecuentes con sus elecciones, y a asumir las responsabilidades modernas que ello implica; en definitiva a ser mejores esposos y padres.
Por su parte, ellos pueden enseñarnos a nosotros, a como desenvolvernos mejor en el trabajo, más estratégicamente, lo cual seguramente redundaría en mejores ingresos para nosotras; y para la familia.
Pues entonces a soltar, empecemos a confiar, en que ambos no podemos complementar perfectamente, intercambiando ideas y experiencias, sin entrar en la guerra de sexos; y preservando el lugar y la “individualidad” de cada uno.
En definitiva, hoy, compartir con el hombre y ayudarse mutuamente, ser un equipo, es parte de la evolución y de la adultez amorosa y libre de una pareja. Eso es lo que yo pienso.
De esta forma podrías repartir mejor las cargas y disfrutar más del día a día y de los logros. En definitiva ser más felices.
Se impone un sano equilibrio. Se impone hoy que seamos con el hombre un equipo integrado por dos seres libres e independientes, que quieren compartir y disfrutar una vida en común.
Laura Sergio